Ignasi Bosch

Proyecto B - Natura2

Exponer un ecosistema entero bajo unas condiciones tan rigurosas durante un periodo de tiempo indeterminado no estaba exento de riesgos. El Proyecto B se encargó de investigar en esa dirección.

Construyeron  un  gigantesco laboratorio en medio del desierto del Gobi, reproduciendo las distintas condiciones atmosféricas que se dispondrían durante el trayecto, lo llamaron Natura2.

Los centenares de especialistas que formaban parte de este experimento desarrollaron oficialmente dos programas distintos para planificar la conservación de la biosfera terrestre durante el viaje y en su posterior reinserción en un medio natural.

El equipo que desarrollaba el programa B-1 tenía como misión la recolección, clasificación y posterior conservación  de un muestrario de genomas, lo más extenso posible, de cuantas más especies mejor. A modo de guardar los “moldes” biológicos de la actualidad para evitar posibles mutaciones que incapacitaran una posterior reintegración de alguna especie en Edén, o para evitar la extinción durante la travesía a causa de la no adaptación de alguna de ellas.

En dicho programa se colaboró con equipos del Proyecto C quienes se encargaban de la sección antropológica. Recogiendo muestras de las distintas etnias a la vez que acumulaban datos de las culturas, costumbres, arte e idioma para la base de datos que estaban redactando. El objetivo era claro, conservar todo cuanto había estado desarrollándose en la tierra.

La descripción de los genomas, registro de muestras genéticas  y de embriones de todas las especies se almacenaban en un archivo taxonómicamente ordenado y en óptimas condiciones de conservación, recibía el nombre de “Global Biodiversity Catalog” o -GBC-. En círculos internos se lo llamaba simplemente “el Catálogo”.

Así como el programa B-1 estaba destinado a una misión exclusivamente de campo, al B-2 le correspondía todo lo contrario. En el laboratorio de Natura2, los especialistas, la mayor parte de ellos genetistas, tenían el cometido de investigar con especies transgénicas (organismos modificados genéticamente o GMO), a los cuales denominaban con cierta ternura paternal “GeMO’s”. Y en casos de extrema necesidad se tenía la licencia para recurrir a lo que llamaban GEO’s (organismos creados genéticamente).

Las premisas a evitar que diseñaba el programa B-2 eran las de perder especies por el camino o las de tener explosiones de plagas, epidemias irreparables o superpoblaciones; o tantas otras situaciones de consecuencias impredecibles, cualquier pequeño desajuste podía ser capaz de desatar una reacción en cadena.

Uno de los puntos del programa en que se trabajó más afondo, fue prolongar la longevidad de los GeMO’s. El objetivo era aletargar el ritmo biológico, retardar la madurez sexual y aumentar el tiempo de reposo necesario de todas las especies. De esa manera se reducía el número de generaciones, disminuyendo la probabilidad de mutaciones naturales, dañando con ello lo mínimo posible el legado de milenios de evolución y adaptación natural a la tierra.

Existían paralelamente dos programas más, pero de un nivel de seguridad y confidencialidad inusualmente alto, quedaban al margen y no aparecían en ningún informe oficial.

El programa B-Omicrón consistía en la creación de GeMO’s humanos, sólo una carta a jugar en situación crítica. Si el entorno podía influir de manera negativa, incluso radical, en las distintas especies de animales y plantas, ¿por qué no iba a poder pasarle lo mismo al hombre? De manera que había que tener alternativas fiables para estar preparado.

Y por último el B-Omega, la cara más sórdida del Proyecto entero: los GEO’s humanoides. Era demasiada la tentación de tener equipos e inversiones de esa magnitud jamás soñada por ningún científico, aprovechando solamente una pequeña porción del presupuesto podían hacerse más avances que en los siguientes mil años al ritmo que se avanzaba antes de prever la llegada de Sacmis.


Proyecto Nuevo Génesis - Parte I: La Tierra: