Ignasi Bosch

El humor brujo

Miro la aceituna en mi mano y es mi futuro. En pocos segundos pasa a ser mi pasado.  La acompaña una rubia espumante, fresca, líquida, amargamente reconfortante pero igual de efímera. Eso sí, placentera. Definitivamente el placer es exclusivamente presente. Eso lleva inevitablemente a pensar que el dolor también lo es, como caras opuestas de esa misma moneda. Esa moneda existe ahora. Arraigadas a dichas sensaciones quizá habiten las emociones, premonitoras o especuladoras, en todo caso surgen al avanzar acontecimientos en una suerte de simulacro interno. Miedo y anhelo es lo que encuentro en ambos lados de ese espectro bicolor.  Uno sirve para ahuyentar, el otro para atraer. Movimiento.

Abro el foco… hay gente a mi alrededor.
En  frente una mesa cuyos cuatro comensales analizan la cuenta y consensuan céntimo a céntimo el total a pagar cada uno de ellos, con calma, con humor. ¿Qué supondrá un céntimo en la vida de cada una de ellos? Supongo que la situación actual ha obligado a recalibrar, incluso en según qué situaciones a empezar a contar lo que nunca antes se había contado. A pesar de lo trágico de la escena consiguen darle un aire de tragicomedia. Seguramente el sentido del humor nos salve de tantas cosas… ¿Pero hasta dónde llega? Porque existe una delicada línea donde más allá la tragicomedia queda convertida en sórdida caricatura. Esa línea, ¿será la misma para todos?

Desplazo el foco. En la mesa de al lado un hombre está acabando de contar un chiste a tres mujeres, todos ellos de unos setenta años. “…no Paco, dije romántico… no románico…”  a lo que las tres señoras responden con ruidosas carcajadas. Como dice un colega argentino: “offtopic” [1] – Me ha venido a la cabeza cómo podría haber sido la escena del primer chiste de la historia. No sólo una broma o una situación graciosa, sino literalmente el primer chiste. ¿Lo tomaron por loco? ¿Se convirtió en el héroe de la aldea? ¿Un visionario? …ahí lo dejo.
Volviendo al chiste de Paco, será que no me sé suficientes chistes para poder hacer una valoración contrastada pero juraría que el ochenta por ciento de los chistes relacionados con el amor parecen pensados para una audiencia más bien masculina y curiosamente la gran mayoría de esos chistes tienen como núcleo vertebral dejar en evidencia cierta carencia, por usar un eufemismo y no llamarlo autismo, de la capacidad amorosa de los hombres. Aún así parece que al ser contado por un hombre lo haga no sin cierto aire a héroe colonialista orgulloso de su barbarie, como el que se siente vencedor por ser el que eructa más fuerte del lugar. Para romper una lanza en favor de mis colegas de género y de mí mismo cabe decir que conozco a muy pocas mujeres contadoras de chistes. Y no digo “buenas contadoras”  digo simplemente contadoras. De malos contadores todos conocemos un puñado, pero el hecho de intentarlo o de verse con la osadía de hacerlo ya dice mucho del interlocutor. Y en esa valentía al resguardo del temido “qué dirán” hay que decir que os llevamos cierta ventaja, chicas. Y si es cierto que entre broma y broma la verdad asoma habría que plantearse como algo más que breves pasa tiempos los chistes e indagar un paso más allá del porqué de las cosas.

Hay más gente a mi alrededor, más conversaciones, más reflexiones, pero el placer efímero se me acabó y el anhelo me mueve a buscarlo en otra parte ;-) Un placer compartir este rato con ustedes, grato y agradecido. Cuídense.

P.D.  En este preciso instante acaba de sentarse una pareja justo en frente, en la mesa del “cuarteto céntimo”. Podría asegurar que no son pareja, por la distancia corporal entre ellos y por la intensidad y euforia de los comentarios. No escucho bien la conversación, pero él se empeña y ella no para de reír. Llámenme despistado, pero esta tesitura se me pasó por completo por alto. Cabe la posibilidad de que el primer humorista de la historia no fuera tratado de loco, ni de héroe. Simplemente que después de su mordaz actuación consiguiera simplemente dormir bien acompañado, quién sabe.

[1] Lo usa siempre que añade un comentario que nada tiene que ver con lo que estábamos hablando


Aventuras y desventuras isleñas: