Ignasi Bosch

Cadenas I

Vida que da tantas vueltas y que sigue sorprendiendo en cada una, en cada cambio.
Cambio que embiste sobre nuestra cordura y deja tras de sí un paraje inhóspito, inexplorado, una nueva realidad.
Realidad que hay que reconstruir para hacerla de nuevo encajar.
Encajar sobre el mismo tablero que se resiste.
Se resiste en forma de bengalas.
Bengalas de alerta con sabor a miedo, desinterés o pereza.
Pereza que se incrusta y paraliza los movimientos y la razón.
Razón amordazada que se empeña en tener razón.
Tener razón ante cualquier cosa a base de insistir, de obstinación.
Obstinación sin la cual  probablemente fuéramos tan solubles que nos diluiríamos con el viento, esparcidos en todas direcciones, plena ausencia de ninguna continuidad.
Continuidad seguramente necesaria alimentada por dicha tozudez.
Tozudez del todo irracional, irracional como el miedo.
Miedo irracional, vestido y disfrazado con unos más que razonables ropajes.
Ropajes aprovechados de un armario donde se guardaron, con el paso de los años,  preparados a conciencia para distintas situaciones, de distintos tamaños y colores.
Colores, que si procede, se diseñan a medida por un sastre loco que nos pusieron en la cabeza cuando la teníamos abierta.
Abierta como la tierra removida lista para sembrar.
Sembrar ideas, sembrar ilusiones y sembrar temores.
Temores ancestrales con el fin de conservar.
Conservar evitando males mayores, consecuencias peligrosas.
Peligrosas para esto que llamamos vida.


10:01: